domingo, 19 de junio de 2011

El mito del chorreo...
Martes 12 agosto de 2008. 
GELKA B. DOBBERTIN SÁNCHEZ
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En una de sus declaraciones el ex Jefe del INEI, Farid Matuk.
Hace algunos días el gobierno anunció que en el último año la pobreza en nuestro país ha disminuido de 44,5% a 39,3%. Esta afirmación ha generado gran controversia entre economistas, analistas políticos y la población en general; ya que las cifras no se reflejan en la realidad y es que sencillamente si es así, nadie se ha dado cuenta.
El gobierno anterior nos hablaba del “goteo”, palabra que hacía referencia a las escasas mejoras tangibles que los ciudadanos experimentaban en su calidad de vida a pesar de las alentadoras cifras macroeconómicas. El actual gobierno ya no habla si quiera del “goteo”, sino que ha acuñado otro neologismo en materia económica: el “chorreo”. Como nueva terminología peruana, se entiende por “chorreo” a las mejoras económicas que goza la población como fruto de los progresos a nivel macroeconómico.
El anunciado descenso de 5 puntos porcentuales en los niveles de pobreza no haría si no confirmar la idea de que el “chorreo” está en todo su apogeo; sin embargo las cifras presentadas por el Ejecutivo no se condicen con la ejecución del reparto de bolsas con alimentos de primera necesidad en las zonas más pobres de Lima. Si el manejo económico del Estado es tan eficaz en la disminución de la pobreza ¿porqué repartir alimentos de madrugada?
Por otro lado, especialistas como el economista Carlos Parodi Trece señaló que el INEI esta jugando con las cifras, dado que está midiendo los ingresos, y dado que los ingresos han aumentado, se colige que la pobreza ha disminuido. Esto no pone frente a una reducción irreal de la pobreza porque el aumento de los ingresos no se puede tomar como único e inequívoco indicador de la reducción de la pobreza. Una verdadera medición ha de tener indicadores más variados como acceso a la educación, atención médica básica, o niveles de desnutrición. Los ingresos de un ciudadano común y corriente pueden haber aumentado, pero con los actuales niveles de inflación se hace imposible comprar la misma cantidad de alimentos con la misma cantidad de dinero que hace algún tiempo; en consecuencia no podemos hablar de mejora en la calidad de vida de los pobladores que viven esta situación.
¿Qué ya no hay pobreza?, !Falso!; lo que pasa es que “ocultan el polvo bajo la alfombra”; mendigos escondidos para que no se vean en las Cumbres y el gobierno se arrodilla ante Estados Unidos por medio millón de dólares de “ayuda humanitaria” para Ayacucho. Los que estamos y conocemos lo que pasa en el día, que esperamos el fin de mes, para recibir esa insuficiente remuneración, quienes vamos al mercado los fines de semana y cargamos en la bolsa cada vez menos productos, somos quienes en realidad nos damos cuenta de que no ha habido mejorías y la pobreza continua en nuestro país, como siempre, gente que tiene que sobrevivir con un gasto promedio de menos de un dólar diario. Lo grave del asunto es que las estadísticas no miden la calidad de vida de estas personas.
Quienes sostienen esta “verdad manipulada”, dicen conocer la realidad, pero… ¿desde donde la ven?, ¿acaso se puede observar fidedignamente dicha situación desde atrás de un escritorio de alguna oficina gubernamental?, ¡definitivamente no!
Causa vergüenza ajena oír a las autoridades decir: “Caramba, hemos crecido pues hay más de 10 millones de celulares nuevos…”, ¿será que en sus estrechas y cerradas mentes eso significa mayor poder adquisitivo en la población?, no es así, lo que sucede es que la delincuencia avanza raudamente y el promedio de vida de estos aparatos con su propietario es de máximo un año, antes de que algún ladronzuelo se lo arrebate en cualquier esquina.
Como pretenden cambiar el país si maquillan información para cubrir sus errores y rechazan cualquier critica de expertos respecto al tema, sosteniendo que “les arde la herida”; como sostuvo nuestro “flamante premier” ante las declaraciones del ex jefe del INEI, Farid Matuk, para ello tendrán que aprender a mirar mas allá de su nariz y de sus intereses, ¿será una quimera?, ¡ojalá que no!; pero a veces así lo creemos.
Por: Dobbertin Sánchez Gelka B.
Zavaleta Urtecho Lucyana O.

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