domingo, 14 de agosto de 2011

¿TRIBUS O ETNIAS AMAZÓNICAS SIN TIEMPO?


11/05/2011
La tribu amazónica que no tiene palabras para el tiempo
BBC Mundo
En la Amazonia brasileña existe una tribu, los amondawa, que carece de las estructuras lingüisticas que relacionan el tiempo y el espacio, como, por ejemplo, nuestra idea de «trabajar durante toda la noche», señala estudio.
El estudio, publicado en la revista Language and Cognition, muestra que mientras los amondawa reconocen los eventos que ocurren en el tiempo, este no existe como un concepto aparte.
Los amondawa fueron contactados por primera vez por el mundo exterior en 1986, y ahora investigadores de la Universidad de Portsmouth, en el Reino Unido, y la Universidad Federal de Rondonia, en Brasil, empezaron a analizar la idea del tiempo en el lenguaje amondawa.
«No estamos diciendo que esta es 'gente sin tiempo' o que estén 'fuera del tiempo'» dijo Chris Sinha, profesor de psicología del lenguaje en la Universidad de Portsmouth.
«La gente de amondawa, como cualquier otra gente, puede hablar de eventos y secuencias de eventos», dijo Sinha a la BBC.
«Lo que no encontramos es una noción de tiempo que sea independiente de los eventos que están ocurriendo; ellos no tienen una noción de tiempo como algo en lo que los eventos ocurren».
El lenguaje de los amondawa no tiene una palabra para «tiempo» o para periodos de tiempo como «mes» o «año».
Nombres diferentes
La gente no se refiere a sus edades, sino más bien asumen nombres diferentes en diferentes etapas de sus vidas o conforme alcanzan diferentes estatus dentro de la comunidad.
Pero, quizá lo que más sorprende es la sugerencia del equipo de que no hay correlación entre los conceptos de paso del tiempo y movimiento a través del espacio.
Ideas como la de que un evento «ha ocurrido» o está «adelantado» a otros son familiares en muchos lenguajes, formando la base de lo que se conoce como «mapeo de hipótesis». Pero para los amondawa, tales construcciones no existen.
«Nada de esto implica que tales mapeos estén más allá de las capacidades cognitivas de la gente», explicó el profesor Sinha. «Es sólo que no ocurre en la vida diaria».
Cuando los amondawa aprenden portugués —algo que ocurre cada vez más— no tienen ningún problema en adquirir y usar estos mapeos del lenguaje.
El equipo piensa que la carencia del concepto de tiempo proviene de la carencia de «tecnología del tiempo» -un sistema de calendario o relojes- y que esto, a su vez, podría estar relacionado al hecho de que, como en muchas tribus, sus sistema numérico es limitado en detalle.
Términos absolutos Estos argumentos no convencen a Pierre Pica, un teórico lingüistico del Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia, quien se enfoca en un lenguaje amazónico relacionado conocido como mundurucu.
«Vincular número, tiempo, tensión, humor y espacio en una sola relación casual me parece que no va a ningún lado, basado en la diversidad lingüística que conozco», dijo a la BBC. Pica aseguró que el estudio «muestra datos muy interesantes», pero argumenta que el que no aparezcan correlaciones de espacio/tiempo no refuta la «hipótesis de mapeo».
Pequeñas sociedades como los amondawa tienden a usar términos absolutos para relaciones espaciales normales, por ejemplo, al referirse a la localización de un río particular que todos en la cultura conocerían muy bien, más que usar palabras genéricas para río o rivera del río.
En otras palabras, mientras los amondawa podrían percibirse moviéndose en el tiempo y percibir organizaciones espaciales de los eventos en el tiempo, el lenguaje podría no necesariamente reflejarlo de una manera obvia. El profesor Sinha afirma que se necesitan más estudios.
«Nos gustaría regresar y simplemente verificarlo otra vez antes de que el lenguaje desaparezca, antes de que la mayoría de la población conozca los sistemas de calendario». 

LENGUA Y PENSAMIENTO


08/04/2011

¿La lengua que hablamos nos determina el pensamiento?
Expansión

Una de las dificultades del alemán para el hispanohablante que no lo aprende de niño está en el género de las palabras, con frecuencia distinto al del castellano. Así, el masculino «puente» español se transforma en alemán en die Brücke, femenino, al igual que ocurre con el aire (die Luft) o el sol (die Sonne); por el contrario, la manzana española se convierte en alemán en der Apfel, sustantivo masculino, al igual que ocurre con la silla (der Stuhl) o la llave (der Schlüssel).
Esas abundantes diferencias de género entre el español y el alemán ¿influyen acaso en las características que asociamos con los correspondientes sustantivos?
De Konishi a Boroditsky
Para comprobarlo, en 1993 una psicóloga afincada en California,Toshi Konishi efectuó un experimento: presentó una lista de 54 de esos sustantivos con géneros gramaticales cruzados a cuarenta mexicanos adultos y a otros tantos alemanes y les pidió su opinión sobre ciertas características relacionadas con la potencia que asociaban con tales objetos. Comprobó que atribuían a un mismo objeto más fortaleza cuando en su lengua materna era del género masculino (de ahí, por ejemplo, que los mexicanos atribuyeran a los puentes más fortaleza que los alemanes) y concluyó, en contra de la tesis tradicional, que el género gramatical afecta al significado que atribuimos a las palabras.
Otros experimentos posteriores ha corroborado ese resultado. En uno de ellos, dirigido por Lera Boroditsky y descrito en Sex, Syntax and Semantics (véase también How language shapes our thought) los investigadores mostraron a un grupo de hispanohablantes y germanófonos 24 objetos con género gramatical distinto en sus respectivos idiomas y, en sucesivas pruebas, les fueron dando nombres propios (así, por ejemplo, a una manzana la llamaron «Patricia» en una prueba y «Patrick» en otra). Observaron que a los sujetos les resultaba más fácil recordar aquellos nombres propios que concordaban en género con el del objeto en su idioma nativo (así, los hispanohablantes recordaban mejor el nombre de la manzana cuando era «Patricia» que «Patrick»; y a los alemanes les pasaba al revés). Como la prueba la realizaron en inglés, dedujeron que los sujetos atribuían un género conceptual a los objetos basándose en su género gramatical.
El principio de Jakobson
En Through The Language Glass. Why the world looks different in other languages (Arrow Books, 2011), el lingüista israelita Guy Deutscher incluye ese experimento en su panorama de teorías que han vinculado pensamiento y lenguaje (véase el resumen),.
Una de las más extremas y desacreditadas fue la que, enunciada en la primera mitad del siglo pasado por Edward Sapir, fue desarrollada por su alumno Benjamin Lee Whorf y se conoce como «hipótesis Sapir-Whorf». Sostiene que la lengua es una «jaula» o prisión que limita nuestra capacidad de aprehender la realidad externa. En 1936 Whorf pretendió ilustrar su teoría con una singularidad que atribuyó a la lengua de una tribu india del estado de Arizona, los hopis, que —alegaba— no hacían distinción alguna entre pasado, presente y futuro. Al parecer, nunca visitó esa tribu y basó su conjetura en sus conversaciones en Nueva York con un nativo. Cuando, años después, otro lingüista más meticuloso, Ekkehar Malotki, vivió entre los hopis y estudió su lengua, comprobó que tenían perfecta noción del tiempo y lo demostró transcribiendo relatos que les había oído. De la desacreditada hipótesis Sapir-Whorf hay ecos en la novela 1984 de George Orwell, en la que describe cómo los líderes autoritarios de Oceanía pretenden mediante el Newspeak erradicar la rebeldía eliminando del diccionario las palabras que podrían alentarla.
Hoy en día los lingüistas rechazan que un idioma pueda ser una barrera que impida comprender o transmitir ideas sólo asequibles en otras lenguas. Baste un ejemplo: aunque en español y en inglés carezcamos de un término equivalente al Schadenfreude alemán, nada nos impide captar su significado de «alegría por la desgracia ajena». Ahora bien, Deutscher suscribe la tesis más moderada del lingüista Roman Jakobson de que «los idiomas no se diferencian esencialmente en lo que pueden transmitir, sino en lo que obligan a transmitir». Así, la expresión inglesa I spent yesterday evening with a neighbour no obliga a revelar el sexo del vecino con quien se pasó la tarde, cosa inevitable en español y otros muchos idiomas.
Para Deutscher la lengua puede influir no sólo en la atribución de género a los objetos —como demostraron Konishi y Boroditsky—, sino también en el sentido de la orientación o la sensibilidad a los colores. Así, que en la lengua de los Guugu Yimithirr, en Australia, las formas de orientación física no sean «egocéntricas» (izquierda/derecha) sino que se basen en los puntos cardinales —un nativo nos diría, por ejemplo, «hay un hormiguero junto a tu pie norte»—, obliga a quienes lo hablan a tener un perfecto sentido de la orientación, para poder hablarlo y entenderlo con soltura.
De forma parecida, la escasez en la Naturaleza de objetos azules —excluido el cielo— hace que muchas lenguas primitivas o antiguas —incluidos el griego y el latín— no tengan un nombre específico para ese color, considerado en ocasiones una mera tonalidad del verde. Eso explica que Homero, que tanto habla del rojo en sus relatos, no mencione el azul, sin que sea preciso atribuir ese hecho a su supuesto daltonismo, como aventuró en 1858 en sus estudios sobre Homerto William Gladstone, el erudito que llegaría a Primer Ministro inglés.
Sesgos implícitos
Deutscher concluye:
«Cuando un lenguaje fuerza a quienes lo hablan a prestar atención a ciertos aspectos del mundo cada vez que abren la boca o aguzan el oído, tales hábitos del habla pueden transformarse con facilidad en hábitos mentales con consecuencias en la memoria, la percepción, las asociaciones o incluso las habilidades prácticas».
Esa afirmación permite deducir que una lengua que usa el término «consejero» para englobar a los de uno y otro sexo puede introducir un sesgo larvado a favor de los hombres en quien busca candidatos para cubrir una vacante de consejero.
También da la razón a quienes utilizan esas tediosas, pero pedagógicas referencias a ambos géneros —«compañeros y compañeras», «candidato o candidata» (p.ej. a la presidencia del Gobierno)— para neutralizar los sesgos implícitos en nuestra lengua.
La tesis de Deutscher incluso justificaría el denostado «miembra» que propuso la ex Ministra Aído, término que, aunque chocante, evitaría que los hábitos lingüísticos de algunos (y algunas) sean no ya un cristal, sino auténticas orejeras. 

¿SEXO O GÉNERO LINGÜÍSTICO?


22/03/2011  ¿Sexo o género? Algo suena mal
Fernando Granda, La Nueva España
La confusión entre género y sexo penaliza al lenguaje de tal forma que hace que muchas palabras suenen mal. Y el discurso yerra de tal manera que puede hacer que en el lector o en el oyente del mismo se produzca un rechazo que lo inutilice. El proceso de aplicar el sexo en vez del género es más difícil o imposible en idiomas como el inglés, que distingue los géneros en algunos artículos pero no en los sustantivos o adjetivos. En las lenguas habladas en España se confunde sexo con género porque los géneros van también en nombres y determinantes.
Me encontré un día al catedrático Alonso Zamora Vicente, durante muchos años secretario perpetuo de la Real Academia Española (RAE), quien me conocía como El Asturianín cuando impartía sus clases en la Escuela Oficial de Periodismo, lecciones amables y magistrales. Me preguntó en qué periódico trabajaba y cuando le respondí se echó las manos a la cabeza y dijo: «Ese diario lo he tenido que retirar de mis cursos de español para extranjeros porque escribís horriblemente».
Imaginen una crónica así: «La portavoza, que había sido testiga de una atroza pelea en la sesión, señaló que la edila de la representación rivala no era jueza imparciala a la hora de calificar a la concejala de mártira de la lídera de la agrupación medioambientala». Así sería parte de la descripción de una controversia desarrollada en un Parlamento si aplicamos a las palabras la distinción por sexo y no por género. Y es que en un idioma o en una lengua los vocablos tienen género pero no sexo. Y mientras los sexos son dos, femenino y masculino, los géneros pueden ser, si hablamos del español-castellano, hasta seis: femenino, masculino, neutro, común, epiceno y ambiguo. Por tanto, feminizar unas palabras («feminizar» es una voz no contemplada en el Diccionario de la RAE, «masculinizar», sí) no significa convertirlas al sexo femenino sino al género femenino.
Términos como concejal, edil, juez, líder, dirigente, aspirante, presidente, portavoz, docente, sindicalista o, sin ir más lejos,periodista pueden representar a los dos sexos aunque sean de géneros distintos de femenino y masculino. Un nombre epiceno es el que «con un solo género gramatical, puede designar seres de uno y otro sexo», según la RAE. Y si la Academia define género ambiguo como el «común de cosa que se emplea como masculino o como femenino», dice del común que es el que «no posee género gramatical determinado y se construye con artículos, adjetivos y pronombres masculinos y femeninos para aludir a personas de sexo masculino y femenino respectivamente». Género y no sexo.
Otro de mis profesores, el catedrático Emilio Alarcos Llorach, hablaba de intención cuando el uso lingüístico decide la indistinción de los géneros. No soy experto en gramática ni en lenguas, pero creo que la evolución del inglés le ha llevado a situar el género solamente en algunos artículos y pronombres. Quizá debería ser esa la tendencia del español. Sonaría mejor. 

IN MEMORIAM


24/01/2011 En memoria de Luis Jaime Cisneros
ABC de Sevilla
La próxima vez que viaje a Lima ya no volveré a ver a Luis Jaime Cisneros (1921-2011), el más sabio y querido de mis maestros. Pertenecía a una familia de ilustres poetas e intelectuales peruanos, fue director de la Academia Peruana de la Lengua, lingüista, filólogo y maestro de varias generaciones de intelectuales peruanos, desde Mario Vargas Llosa en la Universidad de San Marcos hasta Santiago Roncagliolo en la Universidad Católica de Lima. Yo lo quería y lo admiraba incondicionalmente, y por eso me atrevo a hablarles de él, acogiéndome a la generosidad de los lectores sevillanos.
Como el hijo mayor de Luis Jaime era compañero mío en el colegio, su residencia de Miraflores fue mi primer contacto con una biblioteca babélica, pues los libros tapizaban todas las paredes de la casa, colonizando las esquinas, los corredores, las escaleras, los bajos de las mesas y los alféizares de las ventanas. Desde aquella tarde remota de 1976 he visto varias bibliotecas más, pero ninguna me ha impresionado tanto como la de Luis Jaime, sobre todo cuando descubrí —ya en la universidad— que los retratos dedicados que decoraban sus estanterías no pertenecían a ningún antepasado suyo, sino a Juan Ramón, Azorín, Ayala, Gómez de la Serna y otras figuras de la literatura española.

Gracias a Luis Jaime conocí personalmente a Borges y fue Luis Jaime quien animó siempre mi vocación docente. Me encantaba escucharlo leer en alta voz, ejercicio que él mismo practicaba admirablemente hasta en tres lenguas distintas. Yo he leído «Rayuela» y también he escuchado «Rayuela» en la voz de Luis Jaime Cisneros, de manera que las cartas a Rocamadour no puedo leerlas de otra forma que no sea con las inflexiones de Luis Jaime.

Todos sabemos quién fue el maestro que cambió nuestra vida, que nos dio los consejos precisos en el momento oportuno y que supo alentarnos con rigor y cariño en las horas más terribles. Luis Jaime Cisneros fue ese maestro para mí, y aquí no puedo abrazarme a nadie que lo haya querido tanto como yo, para llorarlo y recordarlo como sería preciso. Luis Jaime presentó mi primer libro en 1987 y luego me regaló aquel texto para que lo usara como prólogo de futuras ediciones. Yo le dediqué los ensayos reunidos en «Mi poncho es un kimono flamenco» (2005) y pensaba darle la sorpresa de verse citado en el estudio preliminar de Arte de introducir, otro libro de ensayos que tenía a punto de salir, aunque ya es demasiado tarde.

Camino del instituto le hablé a mi hijo Andrés de Luis Jaime. Le conté que cuando yo tenía su edad —15 años— Luis Jaime fue a mi escuela para darnos una charla de orientación vocacional, donde nos dijo que después de la vida venía la muerte, pero que después del colegio no venía la universidad. Aquella frase no ha dejado de resonar en mi memoria y muchas veces he cambiado los extremos para emplearla como argumento.

Ha muerto Luis Jaime Cisneros, un hombre bueno y eminente, cariñoso y extraordinario. Sé que quizá no lo conocían, pero les doy las gracias por acompañarme en mi dolor. 

PRÉSTAMOS ADAPTADOS POR LA RAE


02/01/2011 Güisqui no gustó,¿gustará pirsin?
Javier Rodríguez Marcos, El País

Usted elige: Un friki con pirsin dentro de un yacusi escucha yas y bebe güisqui. O bien: Un freaky dentro de un jacuzzi escucha jazz y bebe whisky. La nueva Ortografía de la Real Academia Española ofrece la primera fórmula para adaptar a la escritura española toda una colección de términos de importación. Pero la RAE propone y los hablantes disponen. El uso es el que libera a las palabras de la cursiva y las integra en el caudal léxico de una lengua sin pedirles el pasaporte. "El tiempo es maestro", decía en el siglo XV el primer gramático castellano, Antonio de Nebrija.

¿Qué tienen en común palabras tan castizas como jamón, charlar, aceite, bloque o, sin ir más lejos, español? Que todas son de origen extranjero. De hecho, los primeros en usar la palabra español, tomada del provenzal, fueron los inmigrantes francos que vivían en Aragón y Castilla a finales del siglo XII. El término había nacido un siglo antes para designar a los hispanogodos que habían cruzado los Pirineos buscando refugio tras la invasión árabe. Durante un tiempo llegó incluso a rivalizar con la forma españón, un gentilicio en la estela de bretón y gascón. Jamón, por su parte, desbancó a la primitiva forma castellana pernil —que subsiste en catalán y en portugués—, porque los hablantes prefirieron para la pierna de cerdo la derivación deljambe francés (jambon), que la más remota de perna latina.


La base del español procede mayoritariamente del latín, introducido en la península Ibérica a finales del siglo III a. C., durante la romanización. Si a la aportación latina se le suman algunas palabras de origen prerromano —que estaban aquí— y otras de origen germánico —que llegaron con los godos—-, ya tenemos el llamado léxico patrimonial, es decir, el que nació con la lengua. Mejor dicho, con el que la lengua nació.

Si a eso se le añade el llamado léxico adquirido, fruto de las aportaciones de otros idiomas, se completa la fotografía del vocabulario español. El diccionario de la RAE contiene 88.000 palabras. Según los filólogos, el léxico total de una lengua se calcula añadiendo un 30% al recogido en los diccionarios. Con todo, el hecho de que una palabra salga del DRAE no supone su desaparición total. Así, el Diccionario histórico, en proceso de elaboración, cuenta con unas 150.000 entradas.

Cada época tiene sus extranjerismos. El Renacimiento fue el tiempo de los italianismos, la Ilustración fue el de los galicismos y la actualidad es, sin duda, el de los anglicismos. Sus entradas en nuestro vocabulario no se llevaron a cabo sin traumas. Es ya un clásico de la tensión lingüística la crítica de escritores del siglo XVIII, como Iriarte y Cadalso, a la llegada desde Francia de vocablos como detalle, favorito, interesante o intriga. ¿Cuántos hablantes reconocerían hoy su procedencia?

Salvador Gutiérrez Ordóñez, ponente de la nueva Ortografía, elaborada por la asociación que reúne a la RAE y a las veintidós academias de América y Filipinas, resume el camino que lleva a un extranjerismo de la calle al diccionario: "La norma es que si se puede adaptar sin modificación alguna se integre directamente si tiene uso. Si su incorporación necesita un cambio, lo habitual es que pase al diccionario cuando haya una adaptación o bien a la pronunciación o bien a la ortografía españolas". A la pronunciación se adaptó bafle. A la ortografía, béisbol.

Con todo, la palabra clave es uso, la prueba de fuego de cualquier término sea cual sea su origen. "La Academia tiene unas normas generales para el léxico", explica José Manuel Blecua, que el pasado 16 de diciembre relevó a Víctor García de la Concha en la dirección de la RAE. "Se examina una época —los 10 últimos años— con documentación tomada de varias fuentes y, a ser posible, de diferentes países de habla hispana. También se tiene en cuenta el registro en que se usa: que se utilice en la lengua culta, que tenga presencia en la prensa... Es muy interesante la información que dan los suplementos dominicales de los periódicos. Reúnen la efervescencia de la lengua en toda su variación". A esto hay que sumar los movimientos de ida y vuelta de la propia RAE: "Se quitó la pe de psicología y luego nos dimos cuenta de que en la escritura la pe seguía vivísima".

Todas las palabras tienen doble vida: una oral y otra escrita.Los extranjerismos, durante mucho más tiempo. "Ese es el problema de los préstamos en todas las lenguas, el problema de pirsin, por ejemplo", dice Blecua. Dado que para la codificación interesa la vida escrita, las dudas están servidas. A veces por el lado de la escritura, a veces por el de la oralidad. En España se pronuncia fútbol vídeo lo que en Latinoamérica es futbol y video. "La variación es connatural con las lenguas", subraya el director de la RAE. "A los hablantes les cuesta mucho entenderlo, pero es así".

Más que cualquier otro código, el pilar de la unidad de la lengua es la ortografía, que se sobrepone a la variedad léxica —pileta, piscina, alberca— y a fenómenos fonéticos como el seseo —García Márquez y Juan Marsé escriben igual cien aunque cada uno lo pronuncie de forma diferente—. En aras de esa unidad y consciente de que un sistema no puede mantenerse plagado de excepciones, la Academia propone siempre que se respeten las normas de adaptación de los extranjerismos aunque a veces lleve al límite el principio básico de cualquier idioma: la comunicación. ¿Qué demonios es un disco de yas?

"Admitir jazz sin cursiva significa que la jota tiene una nueva pronunciación", explica Salvador Gutiérrez Ordóñez, que sostiene que la forma yas está documentada. No obstante, sin tono apocalíptico, añade: "No digo que eso no ocurra. De hecho, vamos camino de ello porque estamos rodeados del inglés, el italiano, el catalán, el vasco. Ahí están palabras como jazz mismo, pero también Giovanni, Joan y Jon. Es tal la avalancha que es muy posible que eso ocurra aunque la RAE siga luchando por la adaptación".

Como recuerda él mismo, ese doble sonido ya se da con la w, que tiene una pronunciación como be —wolframio, Wagner—- y otra como u, sobre todo para las palabras de origen inglés —de web a waterpolo pasando por sándwich, que, por cierto, hasta 1927 no se impuso oficialmente al suculento emparedado. La última fórmula, además, es una alternativa relativamente reciente a adaptaciones exitosas como las que dieron lugar a váter y vagón.

La fue, también, la protagonista de uno de los casos más extravagantes de tensión entre norma y uso. La palabra whisky no entró en el diccionario académico hasta 1984, aunque entonces, como hoy mismo, remitiera a güisqui. Y todo a pesar de que en 1963 empezó a comercializarse en España el popular DYC segoviano, que, bien es cierto, multiplicó su producción en los años ochenta.

Whisky es un extranjerismo (tomado del inglés) procedente de otro (tomado del gaélico uisce beatha, agua de vida) que se resiste en las estanterías de los bares a los consejos de la Academia. Consejos que, en el caso de güisqui, Gutiérrez Ordóñez considera fruto de un exceso de celo porque "la y la k pertenecen a nuestro alfabeto". Efectivamente, la w fue la última letra en incorporarse al abecedario del español. Lo hizo oficialmente en la Ortografía de 1969, aunque ya en la Edad Media se empleaba para escribir nombres propios de origen germánico como el del rey godo Wamba, también transcrito como Bamba.

De ahí que la recentísima edición de la Ortografía proponga la formawiski. "Hubiera sido lo más fácil desde el principio", afirma el ponente de la obra. "Hay que optar por una escritura española que sea lo más cercana a la palabra de origen. Si no, los hablantes no aceptan la adaptación". ¿Tiene wiski alguna posibilidad de asentarse? "No todo está perdido: en el propio inglés se dice whisky y whiskey. Si no se populariza wiski, se seguirá escribiendo en cursiva".

Hay dos fenómenos que juegan en contra de la popularización de las recomendaciones académicas, que, pendientes de la bendición por el uso, tratan de conciliar la etimología con el precepto de escribir como se habla. Esos dos fenómenos son la alfabetización universal y la globalización. Las lenguas están ahora menos solas que nunca. Es posible que la forma yas esté documentada; más raro sería que el documento fuese un disco de jazz o el cartel de un festival. Además, la globalización lingüística —potenciada por los medios de comunicación— tiene un matiz psicológico que derriba fronteras.

Según José Antonio Pascual, coordinador del Diccionario histórico, "los hablantes se resisten porque, cuando apareció, el whisky era una bebida muy moderna en comparación con el coñac. Beber güisquisuena más rancio, como si fumaras Güinston. Te separas demasiado de las otras lenguas. Además, ningún fabricante quiere usar güisqui en sus etiquetas. Su licor parecería peor, una imitación. Bastaría leerlo para decir: huy, este es el español".

Ese resorte de postín es el que prefiere croissant cruasán, pero también el que importó un término como restaurante, que ingresó en el diccionario académico en 1803 en el sentido de "el que restaura" y solo en 1925 incorporó, en su segunda acepción, el concepto de "establecimiento donde se sirven comidas". "Era una palabra que estrictamente no hacía falta", explica Pascual. "Estaban las casas de comida y los mesones, pero sonaba más fino, como ahora brasserie, un lugar que en Francia no es ni mejor ni peor que un restaurante".

Además, la forma española de algunas palabras de origen extranjero varía según las generaciones. Así, en los años noventa del siglo pasado Disney propuso a los nietos del mundo hispanohablante que llamaran Aladín al mismo personaje que sus abuelos llamaban Aladino. A la vez, las retransmisiones de la NBA pusieron poco a poco en circulación el original basket para algo que desde 1947 se llama baloncesto. Y algo parecido sucede con el baile de Mao Tse- tung a Mao Zedong y de Pekín a Beijing. "Ninguna de esas formas es de origen español", dice José Antonio Pascual. "Una es la transliteración a través del francés y la otra, a través del inglés. Ahora los chinos prefieren el inglés".

A todo ello hay que añadir el capítulo de batallas perdidas. Una de ellas empezó a librarse en 1984 cuando el diccionario de la RAE incluyó mercadotecnia como traducción del rutilante marketing. "Esa batalla estaba perdida de antemano", reconoce Gutiérrez Ordóñez. "Hay palabras que no cuesta nada admitir. Marketing se usa en todo el mundo, hasta en japonés creo. Era un concepto nuevo y la palabra no existía en español". Tal vez la adaptación ortográfica del préstamo hubiera tenido más suerte que la creación de un término nuevo. Ya se dio entre fútbol y el calco balompié. Por dejar a márquetin en el banquillo, el marketing barrió a la mercadotecnia.

Tanto el nuevo director de la RAE como el coordinador de laOrtografía han formado parte de la comisión académica de lenguaje científico y técnico, que se reúne en la sala Lázaro Carreter. Allí cuenta José Manuel Blecua que un término como pendrive ha sido objeto de un largo informe pero que todavía está en cuarentena: "El uso es el que estabiliza una denominación. Por mucho que la Academia se intente adelantar y llamarlo, por ejemplo, lapicero o memoria USB, si la gente lo llama pendrive... Lo que puede hacer la RAE es, por un lado, ver por dónde van a ir los tiros y orientar hacia una de la soluciones; por otro, reconocer que los tecnicismos los hacen los técnicos". Es lo que ha hecho al recomendar libro electrónico frente a ebook.

La Academia Española es, como su nombre indica, Real. Es decir, reina pero no gobierna, propone pero no impone. Aunque los libros de texto suelen seguir sus indicaciones —hace años, por ejemplo, que no tildan solo—, atrás quedaron los tiempos en que su poder era ejecutivo. Como se recordó en la presentación de la Ortografía que propone Catar y mánayer, un grupo de maestros madrileños se constituyó en 1843 en Academia Literaria y Científica y acordó una reforma radical de la ortografía que se empezó a enseñar en las escuelas. Al año siguiente, para atajar la segregación, Isabel II declaró oficial el Prontuario de la RAE. Hoy una ortografía por decreto sería imposible. Pirsin o piercing, usted elige. 

ESPAÑOL EN LA WEB


14/12/2010
Curiosidades del castellano de la web
Magí Camps, La Vanguardia

Hace unos meses, en el Disseny Hub de Barcelona se podía visitar la exposición Helvetica, ¿una nueva tipografía?, que reivindicaba el papel de esta familia de letras de palo seco a lo largo del último medio siglo. La creó el zuriqués Max Miedinger y le puso el nombre del gentilicio de su país. No fue, Miedinger, un ególatra, porque no la bautizó con su nombre, como había sucedido con familias anteriores, que acabaron conociéndose con los apellidos de sus padres tipógrafos. Hoy, gracias a los tratamientos de textos informáticos, nombres como Garamond o Bodoni nos resultan familiares.
Gutenberg fundió metal en moldes para aquella primera imprenta. Con esas matrices se obtienen los tipos —y de ahí el nombre del arte de imprimir: la tipografía—. Desde hace unos años, esas familias de letras se conocen también como fuentes. Si alguien quisiera inventarse el origen de esa palabra vinculada al mundo de las artes gráficas no lo tendría difícil, pues fuente puede ser sinónimo de matriz, de origen, y con estos ingredientes se cocina una explicación bien ligada. Pero sería una etimología absolutamente falsa.
Ricardo Soca, el periodista uruguayo que distribuye diariamente La palabra del día y gestiona la siempre interesante web Elcastellano.org, envió hace unos días a sus doscientos mil suscriptores la palabra fuente con esta suculenta explicación: «Los tipos no son fuentes, como se ha dado en llamarlos al traducir erróneamente el vocablo inglés font. La confusión proviene del hecho de que font tiene dos significados (...).
En la segunda acepción, font o fount, llegó al inglés a partir del francésfonte, que no significa fuente, sino fundición de metal, con origen en el latín funditus, participio de fundere ‘fundir’, ‘fabricar’. Los caracteres de la tipografía inventada por Gutenberg eran de metal fundido en moldes».
Las fuentes son, pues, otro de los disparates que la informática para todos ha conseguido popularizar, a partir de falsos amigos. Así, ante el ordenador y dispuestos a escribir, seleccionamos una fuente en lugar de un tipo, y de vez en cuando restauramos ventanas sin tener idea de ebanistería, ni siquiera de bricolaje. El restore inglés ha acuñado eserestaurar, en lugar de un pertinente restablecer. Y una vez escrito, hay quien salva el documento (to save), en lugar de guardarlo. Y si se cuelga el ordenador, lo reseta (to reset), no lo reinicia. Empleemos una elegante tipografía para el texto y guardémoslo debidamente en el disco. Y el domingo ya nos movilizaremos para salvar las fuentes de nuestro entorno. 

DATOS IMPRESCINDIBLES SOBRE NUESTRA LENGUA


27/11/2010
Lo que hay que saber del español
Winston Manrique Sabogal, El País

Cinco entrevistas en la Feria del Libro de Guadalajara
El valor económico de nuestra lengua, el número de los que la hablan, las palabras que la componen, su presencia en Internet. Expertos analizan la potencia y vitalidad de este idioma Amistosa y receptiva. Esa es quizá la principal característica del ADN de la lengua castellana, ser muy amigable a otros sonidos y lenguas. Y eso es, precisamente, lo que le ha servido para crearse, evolucionar y expandirse. Un idioma de mil años, cuyo embrión procede del siglo III antes de Cristo con el latín vulgar del Imperio Romano, propagado y decantado por la península Ibérica durante 12 o 13 siglos, hasta que entre finales del siglo X y comienzos del XI se escriben las Glosas Emilianenses, textos bautismales, escritos en lengua romance guardados en el monasterio de Yuso, en San Millán de la Cogolla, en La Rioja (España). Luego, Alfonso X el Sabio (1252-1284) lo afianzaría al aceptar la escritura de obras importantes en esa lengua. Hasta que llega el descubrimiento de América, en 1492, y con él una segunda vida donde la clave es el mestizaje interminable. Varios expertos trazan el mapa genético del idioma y su futuro.
JOSÉ ANTONIO PASCUAL Vicedirector de la RAE y catedrático de Lengua Española en la Universidad Carlos III de Madrid, además de director del Nuevo diccionario histórico de la lengua española y coautor del Diccionario crítico etimológico castellano hispánico..
P. ¿Cuántas palabras tiene el castellano? ¿Qué posición ocupa el español en número de palabras respecto a otros idiomas?
R. El diccionario de la RAE contiene 88.000 palabras. El de americanismos 70.000; pero en este último aparecen muchas variantes que en el diccionario académico ocuparían una sola entrada, como guaira, huaira, huayra, waira, wayra, guayra. Se suele estimar el léxico de una lengua añadiendo un 30% al de los diccionarios. En cuanto a la posición del español en número de palabras, solo puede responderse con respecto a las que aparecen en los diccionarios y para ello basta con comparar las 150.000 de nuestro Diccionario histórico con las 350.000 del Oxford.
P. ¿Se distorsiona el español con la influencia del inglés por temas como la informática?
R. No me parece que haya «distorsión» cuando se adopta intencionadamente un término técnico o científico, compartiéndolo con otras lenguas. Ciertamente, en la incorporación de palabras extranjeras pueden presentarse problemas, pero no es menos cierto que a las lenguas no les viene mal la convergencia entre ellas: sobre todo si es buscada. ¿Qué ganaríamos con rechazar un término científico que se emplee en inglés, francés, catalán e italiano aislándonos con una creación exclusiva nuestra?
P. ¿Cuáles son los principales vehículos dinamizadores de divulgación y potenciación de nuestra lengua?
R. Ante todo influye la idea que los hablantes de otras lenguas se hacen de la nuestra. Para ello sirven de muy poco las campañas de imagen y mucho la fuerza de nuestra cultura, a la que pertenece una literatura que cuenta con varios premios Nobel. Serviría aún más que en los distintos países de habla española tuviéramos varios premios Nobel de química, física o medicina, que nuestras economías fueran competitivas y que aumentara de año en año la calidad de nuestros sistemas políticos.
CARMEN CAFFAREL
Directora del Instituto Cervantes.
P. ¿Cuál es la proyección del español en el mundo? ¿Número de hablantes y proyección para el año 2030? ¿Y cuál es su posición global?
R. Todas las fuentes demolingüísticas clasifican la lengua española como la segunda más hablada del mundo, con alrededor de 400 millones de hablantes nativos, detrás del chino mandarín y por delante del inglés y del hindi/urdu. El alemán y el francés se incluirían en el grupo de las que tienen entre 50 y 100 millones de hablantes. Y los estudios de prospectiva están de acuerdo en que el inglés, el español y el chino serán las tres lenguas de comunicación internacional durante el siglo XXI.
P. ¿Ha cambiado la imagen del español en los últimos años?
R. De manera profunda, y esa es una de las razones esenciales de su crecimiento como lengua de comunicación internacional. Ahora mismo se ve como un idioma práctico y útil, gracias a su poderío demográfico, a que es la lengua de más de 20 países y a su fuerte implantación en lugares clave como Estados Unidos. La gente lo aprende porque le resulta rentable y es una buena inversión para su futuro profesional, sobre todo en el caso de los jóvenes.
 P. ¿Cuánto cuesta divulgar y enseñar el español en el mundo?
R. El Cervantes tendrá el próximo año 103 millones de euros, pero también desarrollan una gran labor los ministerios de Educación y de Exteriores, así como las universidades. A ellos hay que sumar los gobiernos de países como Brasil, Filipinas, Francia o Italia, que invierten para que sus ciudadanos más jóvenes tengan un aprendizaje de calidad de la lengua española.
P. ¿En qué países crece más?
R. El desarrollo del español en Estados Unidos es espectacular. Se trata del segundo país —será el primero en 2050— en número de hispanohablantes tras México, y donde el crecimiento como segunda lengua resulta más significativo: cada año se incorpora más de un millón y medio de nuevos hablantes. Ahora bien, si pensamos en el español como lengua extranjera, hay que dirigir la mirada a Brasil. Con la entrada en vigor de la ley del español se ha pasado de un millón a cinco millones de estudiantes en apenas un lustro.
EDUARDO LAGO
Director del Cervantes de Nueva York.
P. ¿Cuál es la realidad del español en Estados Unidos y cuál su proyección?
R. La realidad es que no es una lengua extranjera en Estados Unidos, sino una lengua materna que llegó a este territorio antes que el inglés y que, históricamente, nunca ha estado fuera del mapa. En 1848, con la firma del tratado de Guadalupe-Hidalgo, en virtud del cual México cede la mitad de su territorio al vecino del norte, una inmensa masa de hispanohablantes queda circunscrita en Estados Unidos, y con ella toda la topografía que conocemos: San Francisco, Nevada, Colorado... Dando un salto en el tiempo, las últimas décadas del siglo XX se caracterizan por una expansión del español por todo el territorio hasta los enclaves más remotos. El país se hispaniza en una proporción que oscila entre un 10% y un 50% en Florida, por ejemplo. El fenómeno último del siglo es el inicio de una cualificación de los hispanohablantes. A mediados del siglo XXI Estados Unidos será el primer país del mundo en cuanto a número de hispanohablantes, lo cual lo convertirá en la última frontera del idioma: el país más potente del mundo será el más potente también entre los países hispánicos. Hablo de fuerza cultural además de económica.
P. ¿Cómo es la relación de fuerzas entre el español y el inglés?
R. Se trata de una coexistencia pacífica y fructífera. El panorama acabará siendo: Estados Unidos país bilingüe, con una proporción de 3 a 1 a favor del inglés. Lo que pasa es que el español, lengua americana por excelencia, primera lengua de América, está empujando por el Norte y por el Sur: por el Norte está abriéndose paso en Estados Unidos como lengua materna (y extranjera) y por el Sur como lengua extranjera, en Brasil, donde hay avidez (léase necesidad) por dominar el español. Resulta un poco absurdo hacer proyecciones, salvo una: la potencia del español está en sus primeros pasos en cuanto a lo que va a ocurrir en el futuro. El español hará realidad el sueño imposible de Bolívar de unir a toda América.
JOSÉ LUIS GARCÍA DELGADO
Director de la investigación Valor económico del español (Fundación Telefónica)
 P. ¿Cuál es el valor económico del castellano y cómo se obtiene ese valor?
R. El español, como cualquier otra lengua, es un activo inmaterial cuyo valor aumenta al crecer el número de quienes lo hablan y su capacidad para servir de medio de comunicación internacional. En esta última faceta se centra el estudio que está realizando Fundación Telefónica. Si se considera solo el «componente» de lengua de cada actividad económica, comenzando por las industrias culturales, el español supone cerca del 16% del PIB de España; pero su valor diferencial como gran lengua internacional exige el análisis de sus efectos multiplicadores sobre los flujos migratorios, comerciales y financieros.
 P. ¿Cómo influye el idioma en las transacciones comerciales?
R. Una lengua común es como una moneda común: reduce los costes de casi cualquier tipo de intercambio económico; además, facilita una familiaridad cultural que acorta la distancia psicológica. Es, en suma, un factor de dinamización mercantil, cuya potencia crece —al ser la lengua un «bien de club»— con el tamaño del mercado común que vertebra la lengua compartida. Los profesores Jiménez y Narbona han calculado que la lengua supone un factor multiplicativo del comercio entre los países que la comparten en torno al 190%, porcentaje que alcanza casi el 290% en el caso del español.
P. ¿Y cómo influye en la determinación de la emigración?
R. Los profesores Alonso y Gutiérrez (Fundación Telefónica) han estudiado el efecto positivo de la lengua común en la determinación del país elegido como destino del emigrante. El flujo de inmigrantes iberoamericanos a España ha sido casi tres veces superior (2,7) al que sería si no compartiéramos la lengua. Y el dominio del español por parte de los inmigrantes, además de generar ahorro de costes en los servicios sanitarios y educativos prestados en España, facilita el acceso al empleo y mayor movilidad laboral ascendente, generando diferencias positivas de salarios de hasta el 30%.
P. ¿Cuál es la situación en Internet?
R. El español es la segunda de comunicación internacional en la Red, a distancia del inglés, pero por delante del francés, el alemán, el ruso, el árabe o el italiano, que son también lenguas de alcance multinacional. De los 1.750 millones de usuarios de Internet, en español lo hacen 136 millones, lejos de los 480 en inglés, pero muy por delante de los 80 en francés, 65 en alemán, 50 en árabe o 45 en ruso. En chino lo hacen 390 millones, pero es lengua solo nacional. Las páginas web guardan proporciones equivalentes.
 ANTONIO MARÍA ÁVILA
Director ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores de España.
 P. ¿Qué lugar ocupa la industria editorial española en el ámbito internacional?
R. España es la cuarta potencia editorial del mundo, solo superada por el Reino Unido, Alemania y Estados Unidos y es la más importante de las industrias culturales de nuestro país que en su conjunto suponen el 4% del PIB español y, de este porcentaje, el 42% corresponde a la industria editorial.
P. ¿Cuáles son las cifras del sector editorial español?
R. La industria editorial mueve anualmente algo más de 4.000 millones de euros, un 0,7% del PIB y da empleo, directo e indirecto, a más de 30.000 personas. Las 900 empresas editoriales que agrupa la FGEE representan cerca del 95% del sector y a lo largo de 2009 se editaron más de 330 millones de libros y 76.000 títulos, con una tirada media por título de 4.328 ejemplares. Los libros suponen el 1% de la exportación de mercancías españolas. 

GÉNERO INCLUSIVO


09/09/2010 El género inclusivo en español es el masculino
Cristian Fallas Alvarado, Fundé u
En varios sitios se habla mucho sobre el uso del lenguaje inclusivo, específicamente sobre su utilidad y justificación. Supuestamente, con ese uso se evita la discriminación de la que son objeto las mujeres en algunas ocasiones. Según esto, en una oración como Se invitó a todos los abogados se emplea un lenguaje exclusivo y se deja por fuera a las abogadas. Con respecto a este tema, se explican a continuación algunas consideraciones reduciendo a lo esencial la terminología gramatical.

La lengua española dispone de dos géneros principales: femenino y masculino (Es común que las niñas usen faldas y que los niños usen pantalones), pero el segundo puede englobar también al primero, como en la oración Los niños pequeños son muy indefensos. En este último caso se hace referencia a mujeres y varones.

Quienes defienden el uso inclusivo arguyen que el género masculino es excluyente. Sin embargo, si esto se analiza detenidamente, se comprueba lo contrario. La oración Los niños pequeños son muy indefensos se refiere a mujeres y varones; en cambio, Las niñas pequeñas son muy indefensas solo puede referirse a mujeres y, por tanto, quedan excluidos los varones. Como se puede ver, el masculino es el género inclusivo, y el femenino, el exclusivo. De acuerdo con lo anterior, en gramática se habla de género marcado (femenino) y género no marcado (masculino).

Precisamente por tener el español un género no marcado (o inclusivo), que coincide con el masculino, es este el que se emplea de manera general para abarcar lo femenino junto con lo masculino, excepto en algunos pocos casos como brujos o monjes, que no abarcan a las brujas y a las monjas, respectivamente. Por esta razón se puede hablar de una reunión de padres de familia y no se excluye a las madres por emplearse el sustantivo padres; también se puede hablar de una asamblea de profesores y se entiende que se reunieron las mujeres docentes y los varones docentes. Igualmente, si se habla del cuidado de los gatos, no se excluye la posibilidad de cuidar gatas; ni se excluye a una filóloga cuando alguien dice que requiere la opinión de un filólogo. No parece útil, ni justificado, ni mucho menos necesario recurrir al desdoblamiento: una reunión de madres y padres de familia, una asamblea de profesoras y profesores, el cuidado de las gatas y los gatos, la opinión de una filóloga o un filólogo.

Hay casos en los que el desdoblamiento es prácticamente imposible, como en Ella y él están casados o Es normal equivocarse: somos humanos. En el primer caso se emplea casados porque se hace referencia al femenino (ella) junto con el masculino (él), y en el segundo se emplea humanos porque se requiere el género no marcado para abarcar a mujeres y varones. Lo mismo ocurre si alguien dice Todos nosotros estamos equivocados. El género no marcado representa la concordancia por defecto (nótese, por ejemplo, la concordancia de los adjetivos con las oraciones que funcionan como sujeto: Es necesario dormir unas ocho horas). No se espera que nadie, para evitar una supuesta discriminación, recurra a circunloquios como estos, que hasta pueden cambiar un poco la interpretación: Ella está casada con él, y él está casado con ella; Es normal equivocarse: somos humanas y humanos o Todas nosotras y todos nosotros estamos equivocadas y equivocados.

Se han utilizado algunas fórmulas coordinadas, como las costarricenses y los costarricenses, e incluso se han coordinado solamente los artículos definidos, que, por ser elementos átonos, no aceptan originalmente tal tipo de enlace: las y los costarricenses. No obstante, esta «solución» tampoco es regular ni coherente; por ello se encuentran ejemplos en los que el desdoblamiento es parcial, como en las y los costarricenses serán convocados. En este caso se usa convocados en vez de Las y los costarricenses serán convocadas y convocados, lo cual demuestra la imposibilidad de su empleo general.

Además de las fórmulas citadas, se han empleado otros recursos aún menos justificados, como los paréntesis: estimado(a)(s) compañero(a)(s), los cuales imposibilitan la lectura; o la arroba, que ni siquiera es una letra, sino un símbolo, por lo cual tampoco podría leerse: estimad@s compañer@s.

Como se puede comprobar, el uso del género no marcado permite cumplir con el principio básico de economía y, además, se gana mucho desde el punto de vista estilístico sin caer en ningún tipo de discriminación. Consecuentemente, se evita una gran cantidad de repeticiones que cansan al lector o al oyente y que casi nunca aportan nada relevante.

De todos modos, siempre debe tenerse en cuenta que la discriminación es un hecho primordialmente social. Si en un centro educativo, por ejemplo, se convoca a una reunión de profesores y no se admite la presencia de alguna mujer docente, es evidente que el problema no es lingüístico. La lengua no discrimina. Por lo tanto, conviene dejar claro que, en la vida cotidiana, las mujeres no son discriminadas porque el género no marcado coincida con el masculino, ni tampoco este aspecto lingüístico promueve la discriminación.

Algo parecido ocurre con la oposición de número: singular y plural. El primero puede emplearse con el valor del segundo. También tendría, pues, un valor genérico, incluso si se emplea el artículo definido. Si se habla de la importancia de la mujer en la sociedad, no se habla de una mujer específica y se excluye a todas las demás, sino que el singular la mujer abarca a todas las mujeres. Tampoco hay discriminación al decir El gato es un animal doméstico. El singular de género no marcado el gato abarca a las hembras y los machos. Lo mismo ocurre con el conocidísimo uso de hombre en casos como Se dice que el hombre es superior al animal, donde equivale a los hombres y, además, engloba a mujeres y varones. Muy distinta es la interpretación de hombre en la oración El hombre debe apoyar a la mujer, en la cual es evidente el uso de hombre como sinónimo de varón. En estos casos, el contexto aclara la interpretación. De igual forma, en la recomendación Alimente a su hijo con leche materna, se entiende que su hijo puede referirse a una mujer o a un varón, pero también puede referirse a varios hijos.

Hay construcciones gramaticales que también se emplean con este valor genérico o inespecífico, como Aquí hay que estar callado; Es muy peligroso conducir ebrio o Cuando se está acompañado, la tristeza se sobrelleva mejor. En las tres construcciones se emplean formas no marcadas: callado, ebrio y acompañado, y en ningún caso se podría pensar que se excluye a las mujeres. Se entiende perfectamente la referencia general a cualquier persona. Aplicar tal razonamiento estaría tan poco justificado como pensar que se excluye a la primera persona o a la segunda al decir Aquí hay que callarse o Cuando se está demasiado satisfecho consigo mismo, se puede caer en el conformismo.

Lo anterior puede relacionarse con dos palabras que sirven para excluir o incluir grupos: los adverbios solamente y también. El primero sirve para excluir elementos de otros posibles, y el segundo sirve para incluir elementos junto con otros. En Comimos solamente arroz se excluyen otros alimentos posibles, como frijoles, carne, verduras, etc.; en Comimos también arroz se incluye el arroz en el conjunto de alimentos que comimos (se supone que comimos otros más, como frijoles, carne, verduras, etc.).

Nótese la interpretación de esos adverbios en estas dos oraciones: En este colegio solamente se admiten filósofos; En este colegio también se admiten filósofos. En la primera oración se excluye a los médicos, abogados, contadores, etc.; y en la otra se incluye a los filósofos en un grupo más amplio, que puede abarcar médicos, abogados, contadores, etc. En ningún caso los adverbios mencionados motivan la oposición femenino/masculino: filósofas/filósofos. Si alguien dice En este colegio solamente se admiten filósofos, no se espera la pregunta ¿No se admiten filósofas?; en cambio, sí es posible que alguien pregunte ¿No se admiten ni médicos ni abogados? Los grupos posibles incluidos o excluidos mediante tales adverbios están relacionados con las profesiones, no con las mujeres y los varones. De nuevo, el usuario de la lengua no considera que haya discriminación de las mujeres en estos casos porque, ciertamente, no hay tal discriminación.

Ahora bien, puede decirse que, en caso de que sea verdaderamente relevante la oposición femenino/masculino, es totalmente aceptable el desdoblamiento, como en Tengo hermanos y hermanas, pero también se pueden usar otras soluciones, como elementos explicativos del tipo hombres y mujeres, el uso de colectivos (alumnado, profesorado, etc.) y otras semejantes si con ello se evita alguna ambigüedad o simplemente se logra mayor claridad por falta de elementos extralingüísticos o contextuales: Nuestros funcionarios, tanto hombres como mujeres, usan el mismo tipo de uniforme. Excepto en estos pocos casos, el desdoblamiento resulta innecesario e injustificado.

Finalmente, cabe agregar que en las secciones 2.1-2.2 de la Nueva gramática de la lengua española se apoya el análisis explicado en este artículo, y también coinciden en ello los párrafos relativos al género gramatical incluidos en la versión manual y la próxima versión básica de esa obra. 

CURIOSIDADES LÉXICAS


28/08/2010  Las palabras más curiosas del español
Si de casualidad oye a un argentino, a un venezolano y a un puertorriqueño decir que tienen un ratón, no vaya a pensar que se trata de esas tiernas mascotas enjauladas tipoStuart Little. Mientras que el primero está teniendo una fantasía erótica, el segundo sufre un guayabo el macho y el tercero se refiere a un lindo árbol que tiene en su jardín.

Para resolver este tipo de confusiones, que a veces se presentan entre los hablantes y lectores de la lengua castellana de las diferentes nacionalidades, la Real Academia Española (RAE) acaba de publicar el Diccionario de Americanismos, uno de sus proyectos investigativos más ambiciosos, cuy preparación tomó once años, con la participación de las veintidós academias de la lengua.

"Este diccionario tiene cerca de 60.000 entradas, pero además incluye alrededor de 200 mil acepciones con formas de todo tipo, de manera que yo creo que es un diccionario que tiene diez veces más volumen que cualquiera jamás realizado en la historia sobre el español de América", explica el académico de origen cubano Humberto López Morales, quien tuvo a su cargo esta gigantesco proyecto.

Para ello, se recogieron todos los diccionarios de americanismos que se hubieran publicado tanto de un país, como de una región específica, desde 1975 hasta el 2005. Luego, un área especializada se encargó de alimentar todas esas acepciones en un programa especialmente creado por la RAE para el proyecto.

Acto seguido, un grupo especial de académicos se encargó de cruzar la información y realizar las primeras definiciones, cuyo borrador fue revisado por cada una de las veintidós academias.

López destaca que además de los académicos, se contó con la activa colaboración de un grupo de jóvenes recién graduados de la escuela de lexicografía hispánica de la RAE. "Ellos tuvieron a su cargo todos los términos juveniles, pues lo que no queríamos era que este diccionario se convirtiera en uno de términos de vejeces".

El académico resalta que al tratarse de un diccionario de uso y no normativo como el Diccionario Mayor de la RAE o el Panhispánico de Dudas, el de Americanismos recoge todas aquellas palabras que se usan en alguna parte del mundo hispánico, que tengan una relación directa con la escritura.

«Eso quiere decir que nuestro diccionario tiene muchas malas palabras, muchas palabras vulgares, muchas palabras ácidas. Y digo todo esto porque ya en una ocasión un académico de esos que tienen 2.500 años, o que si no los tienen lo parecen, se quejaban de que cómo era posible que un diccionario académico tuviera esas malas palabras. Y le dije: pues esas malas palabras están en ese diccionario porque se usan», concluye con cierto tono socarrón el profesor López.

ALGUNAS PALABRAS CURIOSAS DEL NUEVO DICCIONARIO

- Aguacatarse: Achicopalarse, atemorizarse.

- Berraquera: 1. Excitación sexual. 2. Ira, mal genio. 3. Energía y entusiasmo para realizar una acción. 4. Persona o cosa excelente, admirable, muy buena.

- Chochera: 1. Cariño profundo o inclinación especial por alguien, especialmente el de los abuelos por los nietos. 2. Cariños y caricias propias de los abuelos. 3. Afición que siente una persona por algo que le resulta muy placentero.

- Chimba: cosa buena o excelente.

- Descalabrar (se): 1. Estar en bancarrota. 2. Sufrir alguien una caída aparatosa.

- Guayabo: 1. Tristeza que se siente por la ausencia de alguien o de algo. 2. - Malestar que padece al despertar quien ha bebido alcohol en exceso.

- ¡Juepa!: Expresa alegría y ánimo.

- ¡Juemíchica!: Expresa asombro, sorpresa.

- Marimbero: 1. Músico que toca la marimba. 2. Persona que trafica con marimba o marihuana.

- Marinovio: Novio que convive con su pareja.

- Mariposo: Hombre afeminado u homosexual.

- Papayita: Oportunamente, en el momento justo.

- Perrear: 1. Bailar un hombre y una mujer juntando mucho sus cuerpos y agitando ambos a la vez las caderas. 2. Andar un hombre en amoríos con diferentes mujeres.

- Rumbear: Conquistar, seducir a alguien.

- Ratón: Ar. Fantasías eróticas, Ve. Malestar que padece al despertar quien ha bebido licor en exceso, PR. Árbol de tamaño mediano...

- Tumbis: engaño con el que se pretende robar dinero a alguien (tumbilis).

- Sancochar: 1. Cocer, especialmente verduras y carnes, con sal en agua hirviendo. 2. Sofreír un alimento. 3. Cocinar mal. 4. Tostar el sol algo o alguien.

- Tusa: Tristeza o despecho, causados por un fracaso o desengaño amoroso.

- Zafada: 1. Excusa, pretexto para eludir algo. 2. Referido a persona que no se comporta según lo establecido o de una manera normal.

EL ESPAÑOL EN LA ONU


24/06/2010   El castellano se abre paso en la ONU
El castellano se abre paso como lengua franca en las instituciones internacionales con gestos como el de este miércoles. Tenía la posibilidad de hablar en inglés o francés —idiomas que domina a la perfección— pero el italiano Antonio Tajani, vicepresidente de la Comisión Europea y comisario de Industria y Comercio, prefirió la lengua de Cervantes para dirigirse a las Naciones Unidas donde disertó sobre la responsablidad social empresarial.

En la ONU —donde inglés, francés, castellano, chino, ruso y árabe son los idiomas oficiales— es inusual escuchar un discurso en castellano a menos que el conferenciante sea español o de un país procedente de la América hispanoparlante. Inglés y francés son las lenguas más usadas.

«Su elección fue por deferencia y apoyo al castellano. Le gusta y disfruta más con este idioma. Tampoco le gusta el predominio del inglés», explicaron fuentes del gabinete del vicepresidente de la Comisión Europea.

Tajani, nacido en Roma, fue corresponsal en la URSS, Somalia o Líbano del periódico «Il Giornale», presentador de noticias en la radio RAI 1 y portavoz del Gobierno de Silvio Berlusconi en su primera etapa. También fue eurodiputado durante tres legislaturas. La actual Presidencia española de la UE, que acaba el próximo 1 de julio, también influyó en su elección. «Durante estos seis meses ha estado perfeccionando su español en el Instituto Cervantes». Los pinganillos en la ONU fluyen en castellano. 

BABELISMO ESPAÑOL


20/06/2010  

El español, ¿nueva torre de Babel?
Por Odalys Troya Flores, Prensa Latina *
Si un forastero llega a México o a Chile y pregunta dónde «coger» (por tomar) un autobús, probablemente reciba como respuesta una mirada escudriñadora primero y la indicación precisa después.
Si ese mismo visitante hace igual pregunta en Cuba, enseguida le explicarán donde abordar el ómnibus.
Resulta que coger es una de las tantas palabras que en la comunidad de hispanohablantes es vista de disímiles maneras por su amplio abanico de significados.
Para los mexicanos o chilenos, así como para otros latinoamericanos, el érmino en cuestión es una forma vulgar de la relación sexual, mientras que para los cubanos es montarse en un vehículo y se trata de apenas dos de las más de 30 acepciones que registra la vigésima segunda edición del Diccionario de la Real Academia Española(DRAE) del verbo coger.
Lo que ocurre con esa palabra no es un caso aislado. El idioma español, que hablan unos cuatrocientos millones de personas en todo el mundo, es tan rico y variado, está tan lleno de nuevas creaciones que pudiera parecer que en un momento cualquiera podríamos presenciar otra Torre de Babel.
El creador de Cien años de Soledad, Gabriel García Márquez, aseguró en un discurso durante el I Congreso Internacional de la Lengua Española, celebrado en Zacatecas (México) que «los idiomas se dispersan sueltos de madrina, se mezclan y confunden, disparados hacia el destino ineluctable de un lenguaje global» .
Nuestro idioma «tiene que prepararse para un ciclo grande en ese porvenir sin fronteras», exhortó. Y añadió:
«Es un derecho histórico. No por su prepotencia económica, como otras lenguas hasta hoy, sino por su vitalidad, su dinámica creativa, su vasta experiencia cultural, su rapidez y su fuerza de expansión».
El diccionario de la RAE recoge unas 100 mil palabras, pero en realidad no representa el número total de términos de nuestra lengua, pues habría que añadir gran cantidad de americanismos y localismos, así como aquellas palabras que se pueden obtener por derivación de las muchas contenidas en él, por lo que el número de vocablos es indeterminado.
De esa forma, lo que una palabra significa para algunos, para otros grupos de hablantes tiene valores diferentes, como es el caso deguagua.
En Cuba, es 'ómnibus' o autobús. En Chile o Ecuador, 'niño pequeño', por onomatopeya del sonido que hace el bebé al llorar.
El caso del forastero que llega a Chile se complicaría muchísimo si preguntara «dónde coger una guagua».
Por suerte, algo muy peculiar en todas las lenguas es la entonación según el origen del hablante. Seguro que el interlocutor terminaría dándose cuenta, por la forma de preguntar, que no se trata de un chileno y el presunto horror sería entendido.
En ese dilatado espectro, muchas palabras resultan curiosas, algunas incorporadas oficialmente a nuestro idioma y otras que predominan en el habla (oral o escrita) popular. Por supuesto, lo que es insólito para algunos es habitual para otros. Tal es el caso de polola o pololo, jevao jevo, es lo mismo que decir novia o novio en Chile y Cuba, respectivamente. Ambos términos suelen considerarse bastante vulgares, pero ojo, son utilizados por un grupo tan amplio de hablantes que pudieran ingresar algún día a nuestro mataburros.
Por cierto, mataburros, sinónimo de diccionario en Argentina, Costa Rica, Honduras y Cuba, es otra de esas palabrejas poco consideradas, pero usadas con bastante frecuencia.
Asimismo, vaina en la república Dominicana es cualquier cosa que no se le quiera buscar descripción, «pásame la vaina», «¿que vaina, eh?», «¡deja la vaina!», entre otras.
En Cuba, además de emplearse para definir a una funda ajustada para cuchillos o machetes, se puede usar para denominar a la cáscara tierna y larga en que están encerradas las semillas de algunas plantas, y también para referirse a una persona despreciable.
El tema va más allá de vocablos aislados. Las construcciones gramaticales propias del español y las variantes sintácticas de determinadas comunidades vendrían a ser la telaraña en la que se intrincan las palabras, pues frases hechas caracterizan también a los distintos grupos de hispanohablantes.
Quién entendería la expresión «pegar la gorra». En Cuba, se dice de aquella persona que siempre busca la oportunidad para comer algo en otra casa, sin ser invitada.
«Estar arrecho o arrecha» suele emplearse en Nicaragua para expresar malestar o enojo.
La expresión mexicana de origen prehispánico «al nopal se le visita sólo cuando tiene tunas», que sería la paralela de la cubana «se acuerda de Santa Bárbara cuando llueve o truena», se usa cuando el aludido se acuerda de la existencia de alguien sólo en el momento en que lo necesita.
En Argentina es común la frase «estar perdido como turco en la neblina», que significa estar extraviado o confundido. Su similar cubana es «estar perdido en el llano».
«¡Qué chuchas pues!«, esta expresión ecuatoriana significa «&iequest;por qué se mete si es asunto únicamente de mi incumbencia?».
«No quiere más Lola» se aplica en Argentina a quien no quiere seguir intentando lo imposible. El origen de la expresión está en unas galletas sin aditivos llamadas Lola, que a principios del siglo XX integraban la dieta de hospital. Por eso, cuando alguien moría, se decía: «Este no quiere más Lola».
El español, como todas las lenguas vivas se enriquece constantemente por los aportes del ingenio popular, científicos, otros. Quizás dentro de un par de siglos, un texto de este XXI que corre podría parecer que está escrito en otro idioma, como nos ocurre ahora con los de la centuria XVIII.
Un ejemplo es el poema Loores a Nuestra Señora del poeta español Gonzalo de Berceo:
Acorri a los vivos, ruega por los pasados,
(Socorre a los vivos, ruega por los difuntos)
conforta los enfermos, concerti los errados,
(reconforta a los enfermos, reorienta a los errados)
conceja los mezquinos, visita los cuytados,
aconseja a los mezquinos, visita a los sufridos),
conserva los pacíficos, reforma los yrados.
preserva a los pacíficos, apacigua a los airados) 
Sin embargo, a pesar de los cientos de años que han pasado, es posible Entender bastante el texto del sacerdote Berceo.
Y es que nuestro idioma ha logrado conservarse mucho desde que el latín vulgar, el árabe, el dialecto castellano y los románicos, entre otras, dieron lugar en su mezcla feliz a esta lengua, la tercera más hablada del mundo.
Ha calado tanto, que se ha convertido en el segundo idioma más estudiado del planeta, después del inglés, con al menos 17,8 millones de alumnos y el tercero más usado en Internet (8,2 por ciento del total).
Muchos cantantes, sin renunciar a su idioma nativo, escogen el español para llegar a un mayor público como es el caso de los italianos Eros Ramazzotti, y Laura Pausini, el brasileño Roberto Carlos, entre otros.
Su sonoridad, sus infinitas posibilidades de expresión lo hacen entrañable.
Uno de los más bellos homenajes a esta lengua de tantos, es quizás el poema Elogio de la lengua castellanade la escritora uruguaya Juana de Ibarbourou:
« En ti he arrullado a mi hijo
E hice mis cartas de novia
«En ti canta el pueblo mío
«El amor, la fe, el hastío
«El desengaño que agobia
«La más rica, la más bella
«La altanera, la bizarra,
«La que acompaña mejor
«Las quejas de la guitarra
«Lengua de toda mi raza,
«Habla de plata y cristal,
«Ardiente como una llama,
«¡Viva cual un manantial!«»
(*) La autora es periodista de la Redacción Sur de Prensa Latina.

GENTILICIO ¿HISPANO O LATINOAMERICANO?


26/05/2010 ¿Hispanoamericanos o latinoamericanos?
Los hispanohablantes de América prefieren que les llamen latinoamericanos mientras los españoles los suelen denominar hispanoamericanos. Si hubiera que buscar un denominador común entre todos los hispanohablantes, este sería latinoamericano. Estos son los resultados de la encuesta «Cómo nos llaman y cómo nos gustaría que nos llamasen» que ha tenido abierta durante dos meses la Oficina de Corrección del Español, ABRA-OCE, a través de su sitio web (http://www.cosasdelalengua.es).

Han participado más de 12.500 personas de todos los países hispanohablantes con la excepción de Paraguay y Filipinas e incluyendo Estados Unidos. La mayor participación por países corresponde a España (24,66 %); Argentina (13,21 %), México (12,28 %) y Venezuela (7,95 %). Sorprende la alta participación de los cubanos si se compara con países de población similar o incluso algo mayor.

Los resultados de la encuesta se acompañan con un artículo de Humberto López Morales, secretario general de la Asociación de Academias de la Lengua Española: «Hispanoamérica, Iberoamérica, Latinoamérica»; y otro de Gerardo Piña-Rosales, director de la Academia Norteamericana de la Lengua Española: «Hispanounidense».

En el primero, Humberto López Morales, explica que «Hispanoamérica» es el término adecuado para referirse al conjunto de países americanos que hablan español y que «Latinoamérica», en cambio, palabra inventada por los franceses hace ya varias décadas, tiene un contenido semántico algo confuso. En el segundo, Gerardo Piña-Rosales, se reconoce como inventor del neologismo «hispanounidense» y argumenta sobre su idoneidad.

Resultados de América
La respuesta a la primera pregunta («Elija el gentilicio con el que se siente inmediatamente identificado») es concluyente: latinoamericano. En los países en que predomina latinoamericano como opción mayoritaria, el segundo gentilicio elegido es sudamericano. Y en los países centroamericanos, que seleccionaron en primer lugar centroamericano, la segunda opción fue latinoamericano.

En cambio, en Colombia y México, que también prefieren latinoamericano en primer lugar, el segundo seleccionado es hispanoamericano. En el resto de los países americanos este gentilicio (hispanoamericano) aparece muy débilmente en la segunda respuesta y es el más votado en la tercera. Sin embargo, en Estados Unidos ocupa la primera posición (50 %) en la segunda respuesta.

Los países con porcentaje más alto a favor de latinoamericano en la primera respuesta son Panamá (76,92 %), Venezuela (69,33 %) y Bolivia (68,18 %).

Resultados de España
Los españoles se inclinan mayoritariamente por el gentiliciohispanoamericano a la hora de nombrar a los hispanohablantes americanos: 47,11 % en la primera respuesta; 29,05 % en la segunda; y 25,73 % en la tercera. Pero eligen latinoamericano como segunda opción: 30,17 % en la primera; 26.97 % en la segunda; y 21.58 %, en la tercera. En tercer lugar y a considerable distancia de los anteriores, aparece sudamericano. Y aquí ha de hacerse una aclaración. En el lenguaje coloquial, el gentilicio sudamericano devino «sudaca» (como bocadillo en bocata; cubalibre en cubata; o tocadiscos en tocata), aunque con un cierto tono despectivo. 

LA COMPOSICIÓN


24/04/2010    Los dobletes de la lengua

«El doblete es una herramienta útil para dar expresividad al lenguaje y para ahorrarnos la creación de neologismos. Pero si se recurre a los dobletes con demasiada reiteración, el discurso puede resultar cansino».
Amando de Miguel, La Libertad Digital

Recuerdo el principio de economía del lenguaje. Para comunicarnos empleamos el menor esfuerzo posible en signos, palabras y frases. Muchas voces son polisémicas, esto es, pueden significar varias cosas según el sentido de la frase. Pero luego interviene el principio contrario de la expresividad. No solo nos comunicamos, sino que, a través de las palabras, manifestamos sentimientos. Ahí entra el barroquismo de la expresión. Una combinación de los dos principios es el de los que podríamos llamar «dobletes». Consisten en juntar dos sustantivos, de tal forma que el resultado es un nuevo concepto. En lugar de inventar una palabra nueva, la formamos con dos sustantivos conocidos. Por ejemplo, «idea fuerza» o «chalet piloto». Esta fórmula quizá provenga del inglés, donde los dobletes se hacen con toda facilidad. La razón es que, al anteponer un sustantivo a otro, el primero hace de adjetivo. Por ejemplo, death penalty (= pena de muerte). En español no podemos decir «muerte pena», como quizá diría un niño o una persona que estuviera aprendiendo el español como lengua extranjera.

En el origen del lenguaje, primero llegaron los sustantivos y algunos verbos. En último término aparecieron los adjetivos, que son las cualidades de los sustantivos. Ese proceso se percibe muy bien en el modo que tiene un niño de ir aprendiendo la lengua materna. Por eso mismo, los dobletes de dos sustantivos juntos remedan un poco el lenguaje infantil. Veamos ya algunos ejemplos de dobletes. Han aparecido hace poco tiempo; muchos forman parte de la jerga coloquial pero con ínfulas técnicas. Hay algunos más clásicos, como «ciudad jardín», «guerra relámpago» o «libro homenaje». Hay otros casos en los que el doblete, más que expresar una nueva idea, representa más bien el doble uso que se da a la cosa. Por ejemplo, «salón comedor», «sofá cama», «falda pantalón» o «conferencia coloquio».

El mundo del transporte es propicio a la formación de dobletes: «carril bici», «camión cisterna», «barco nodriza», «bono bus», «bus vao», «tractor oruga».

Hay veces en las que el doblete se emplea para acuñar un nuevo concepto con un aire un tanto despectivo o por lo menos que rebaja la calidad de la primera palabra. Ejemplos: «juez estrella», «salario base», «comida basura», «coche bomba», «mujer objeto», «tren botijo».

El doblete es una herramienta útil para dar expresividad al lenguaje y para ahorrarnos la creación de neologismos. Pero si se recurre a los dobletes con demasiada reiteración, el discurso puede resultar cansino. El idioma español (frente al inglés, por ejemplo) tolera mal las repeticiones de palabras, las cacofonías (sonidos parecidos cercanos), incluso las rimas en la prosa.