martes, 21 de junio de 2011

Bullying: viejas acciones con nueva palabra 
Teresa Valdés Betancourt *
La violencia, ese monstruo de mil cabezas, que se manifiesta en modalidades diversas, desde la sutileza de una mirada, pasando por el golpe, las acciones, la omisión y hasta con la fuerza de la palabra, que hiere donde más daño hace, en lo emocional, con independencia de la edad y el sexo.
Puede venir desde los seres queridos, la madre, el padre y demás integrantes de la familia en el ámbito doméstico y también, se manifiesta en otros escenarios, la comunidad, la escuela y el centro laboral.
Precisamente en la escuela, donde se ejercita el derecho humano de la educación, la violencia en todas sus modalidades tiene un nombre nuevo, Bullying, un término que proviene del idioma holandés para tapar sus fatales consecuencias como problema que afecta a niñas y niños, se utiliza para nombrar al acoso que sufren los menores en la escuela especialmente, a quienes tiene ciertas características que les hacen diferentes del grupo.
Es una muestra del desequilibrio de fuerzas, donde cada agresor o agresores intimidan con relativa impunidad a sus víctimas. ¿Cuáles son las manifestaciones de esa agresión? Las respuestas que aparecen en ¡Error! Referencia de hipervínculo no válida. identifican las reconocidas de violencia: Verbal: con insultos, apodos o difamaciones; Física: con golpes, rasguños o empujones; Psicológica: haciendo sentir la inseguridad y la Social: haciendo sentir el rechazo del grupo.
El temor impide a las víctimas escolares denunciar los abusos recibidos y la familia no percibe la peligrosidad de las acciones y parecen síntomas que preocupan a la madre y al padre, pues cada escolar pierde el deseo y el entusiasmo por asistir a las aulas, mientras recibe los regaños como si fuera por su culpa o responsabilidad.
Pueden aparecer signos del acoso que deben preocupar a madres y padres, comentó la alumna Vanessa Cárdenas Olvera del Instituto José Martí en Colima, entre los que se destacan:
Las víctimas no saben qué hacer y a quién decir, tienen miedo y originan cambios bruscos de estado de ánimo, pueden manifestar depresión, irritabilidad, angustia, sin tener explicaciones. Pérdida de apetito o comer de más. Se sienten o simulan enfermedades constantemente. Presentan moretones o rasguños y tienen problemas para conciliar el sueño.
El Bullying tiene dos factores: Quien agrede, en su inmensa mayoría varones y quien recibe. ¿Qué sucede con esos menores agresores?
Existen estudios que demuestran factores estimulantes a estas conductas, donde está la familia disfuncional o una baja autoestima. Menores que residen dentro de núcleo familiar de violencia, abandono o abuso y se sabe, pueden ser más propensos a repetir estas conductas con otras personas que ellos consideren más débiles.
También presentan autoestima baja, y demuestran la necesidad de reafirmarse, haciendo sentir menos a los demás, a través de insultos o abusos. Se aprovechan de evidentes signos de deficiencia del control o disciplina escolar, indiferencia del magisterio o por ignorancia de lo que ocurre en la comunidad escolar.
En caso de comprobar el acoso escolar después de esclarecer las conductas en la intimidad del hogar, se debe acudir inmediatamente a las autoridades docentes para tratar el problema, analizando todas las posibilidades de solución del conflicto, incluida el cambio del centro. Es la violencia, con nuevas palabras y otras formas, que debemos enfrentar asumiendo su realidad para encontrar las soluciones definitivas que no comprometan el futuro.
     *Maestra en Ciencias de la Comunicación

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