domingo, 14 de agosto de 2011

LA COMPOSICIÓN


24/04/2010    Los dobletes de la lengua

«El doblete es una herramienta útil para dar expresividad al lenguaje y para ahorrarnos la creación de neologismos. Pero si se recurre a los dobletes con demasiada reiteración, el discurso puede resultar cansino».
Amando de Miguel, La Libertad Digital

Recuerdo el principio de economía del lenguaje. Para comunicarnos empleamos el menor esfuerzo posible en signos, palabras y frases. Muchas voces son polisémicas, esto es, pueden significar varias cosas según el sentido de la frase. Pero luego interviene el principio contrario de la expresividad. No solo nos comunicamos, sino que, a través de las palabras, manifestamos sentimientos. Ahí entra el barroquismo de la expresión. Una combinación de los dos principios es el de los que podríamos llamar «dobletes». Consisten en juntar dos sustantivos, de tal forma que el resultado es un nuevo concepto. En lugar de inventar una palabra nueva, la formamos con dos sustantivos conocidos. Por ejemplo, «idea fuerza» o «chalet piloto». Esta fórmula quizá provenga del inglés, donde los dobletes se hacen con toda facilidad. La razón es que, al anteponer un sustantivo a otro, el primero hace de adjetivo. Por ejemplo, death penalty (= pena de muerte). En español no podemos decir «muerte pena», como quizá diría un niño o una persona que estuviera aprendiendo el español como lengua extranjera.

En el origen del lenguaje, primero llegaron los sustantivos y algunos verbos. En último término aparecieron los adjetivos, que son las cualidades de los sustantivos. Ese proceso se percibe muy bien en el modo que tiene un niño de ir aprendiendo la lengua materna. Por eso mismo, los dobletes de dos sustantivos juntos remedan un poco el lenguaje infantil. Veamos ya algunos ejemplos de dobletes. Han aparecido hace poco tiempo; muchos forman parte de la jerga coloquial pero con ínfulas técnicas. Hay algunos más clásicos, como «ciudad jardín», «guerra relámpago» o «libro homenaje». Hay otros casos en los que el doblete, más que expresar una nueva idea, representa más bien el doble uso que se da a la cosa. Por ejemplo, «salón comedor», «sofá cama», «falda pantalón» o «conferencia coloquio».

El mundo del transporte es propicio a la formación de dobletes: «carril bici», «camión cisterna», «barco nodriza», «bono bus», «bus vao», «tractor oruga».

Hay veces en las que el doblete se emplea para acuñar un nuevo concepto con un aire un tanto despectivo o por lo menos que rebaja la calidad de la primera palabra. Ejemplos: «juez estrella», «salario base», «comida basura», «coche bomba», «mujer objeto», «tren botijo».

El doblete es una herramienta útil para dar expresividad al lenguaje y para ahorrarnos la creación de neologismos. Pero si se recurre a los dobletes con demasiada reiteración, el discurso puede resultar cansino. El idioma español (frente al inglés, por ejemplo) tolera mal las repeticiones de palabras, las cacofonías (sonidos parecidos cercanos), incluso las rimas en la prosa.

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